Antes de dar la oportuna explicación os voy a contar una anécdota, que muchos ya conoceréis, sobre la importancia del latín.
En cierta ocasión José Solís Ruiz, ministro de Trabajo durante el régimen franquista y natural de Cabra (Córdoba), le discutía al político y rector de la Universidad Complutense, profesor Muñoz Alonso, para qué servía el latín. El profesor le respondió: Por de pronto, señor ministro, para que a Su Señoría, que ha nacido en Cabra, le llamen egabrense y no otra cosa.
Y volviendo al título de este post, vamos a servirnos de la etimología, y el latín, para explicar por qué cualquiera puede ser ministro pero no maestro.
El término maestro deriva de magister y este, a su vez, del adjetivo magis que significa más o más que. El magister lo podríamos definir como el que destaca o está por encima del resto por sus conocimientos y habilidades. Por ejemplo, Magister equitum (jefe de caballería en la Antigua Roma) o Magister militum (jefe militar). El término ministro deriva de minister y este, a su vez, del adjetivo minus que significa menos o menos que. El minister era el sirviente o el subordinado que apenas tenía habilidades o conocimientos.
Por tanto, queda demostrado que para ser ministro no hace falta ser… nada.
Fuente: Memoria de la Historia – Carlos Fisas
Los plexos coroideos son una parte de nuestro cerebro que produce el líquido cefalorraquídeo con el fín de proteger el SNC.Este blog pretende hacer crítica del maltrato que sufren las clases medias de España por parte de los politicos de turno. Los artículos de este blog pertenecen a los autores como propietarios intelectuales y al amparo de la Constitución art. 20 pretenden “expresar y difundir libremente ideas y opiniones mediante el escrito o cualquier otro medio de reproducción”
lunes, 14 de mayo de 2012
domingo, 13 de mayo de 2012
Futuro de la sanidad española
Un ciudadano chino pasea todas las mañanas por delante de la calle donde se ubica el Servicio de Urgencias del Hospital de Verín (Ourense), mirando y remirando hacia dentro.
Un médico que desayuna todos los días en la cafetería de enfrente se había fijado en el chino y se pregunta: "¿Qué hará este hombre aquí todos los días, dando tantas vueltas? ¿Estará enfermo y no se atreve a consultar? Quizás dude sobre si lo atenderán o no...".
Sin poder reprimir su curiosidad, se dirige al chino y le pregunta: - ¿Tiene algún problema, señor? ¿Acaso está enfermo? Soy médico del Hospital, ¿quiere que lo consulte?
El chino se vuelve para mirar al médico y, con una sonrisa de oreja a oreja, le contesta: - No, doctol, muchas glacias; no me pasa nada. Sólo estoy viendo el local...
Es solo un chiste que circula por Internet, que me ha enviado un amigo y compañero. A veces la ficción supera la realidad.
Un médico que desayuna todos los días en la cafetería de enfrente se había fijado en el chino y se pregunta: "¿Qué hará este hombre aquí todos los días, dando tantas vueltas? ¿Estará enfermo y no se atreve a consultar? Quizás dude sobre si lo atenderán o no...".
Sin poder reprimir su curiosidad, se dirige al chino y le pregunta: - ¿Tiene algún problema, señor? ¿Acaso está enfermo? Soy médico del Hospital, ¿quiere que lo consulte?
El chino se vuelve para mirar al médico y, con una sonrisa de oreja a oreja, le contesta: - No, doctol, muchas glacias; no me pasa nada. Sólo estoy viendo el local...
Es solo un chiste que circula por Internet, que me ha enviado un amigo y compañero. A veces la ficción supera la realidad.
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